Selva central: en busca del aire perdido
El valle de esta zona del país nos ofrece una exuberante vegetación, así como experiencias y legados de las colonizaciones del siglo XIX.
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En la selva central encontrarás muchas cataratas para tomar un buen baño. |
IÑIGO MANEIRO
Un pediatra me dijo que cada vez son más frecuentes las enfermedades respiratorias en adultos y sobre todo en niños. Le respondí que la humedad de Lima era la causante de ellas y de varias alergias. Me replicó que no, que era la contaminación que cada vez es mayor. Entonces pensé que los seres humanos somos extraños cuando nos empeñamos en terminar con el agua y el aire que tomamos, los dos elementos sin los cuales la vida desaparece casi inmediatamente.
Pasando los 4.800 m.s.n.m de Ticlio y cruzando Tarma está la selva central, parte de cuya personalidad se forma con las culturas asháninka y yanesha, y la de los colonos europeos que llegaron en el siglo XIX, sobre todo alemanes e italianos. Y eso significa que, además del aire que dan sus bosques como el Parque Nacional Yanachaga Chemillén y el Santuario Nacional Pampa Hermosa, en la selva central se come bien.
MEDITACIÓN Y CAFÉ
San Ramón se encuentra a unos 320 kilómetros de Lima y es la puerta de entrada a la selva central. La carretera Fernando Belaunde (otrora la Marginal) atraviesa esta localidad en la que abundan, como en La Merced, albergues, áreas de camping y hoteles. Estos ofrecen actividades de naturaleza en Pampa Hermosa, visitas a cataratas como las del Tirol o el Velo de la Novia en las que también se practica rappel, kayak y canotaje en sus ríos, y experiencias más vivenciales como conocer la historia de sus colonizadores o meditar en el río Tulumayo.
A unos 15 kilómetros se llega a La Merced, capital de la provincia de Chanchamayo. Esta selva posee un clima suave, fresco y una geografía verde y exuberante. Abundan los restaurantes con platos de carne de animales de monte, pescados, jugos de todas las frutas imaginables y café orgánico que se produce en este valle. Y junto a ellos, orquidiarios, jardines botánicos y mariposarios.
Me sorprendió el viaje hacia Oxapampa por la exuberancia de la vegetación que bordea la pista, una ruta afirmada que asciende hasta los casi dos mil metros en que se encuentra esa localidad, representativa por la arquitectura tirolesa de sus casas y sus platos tradicionales. Junto a Oxapampa se encuentra San Alberto, punto de entrada al parque Yanachaga Chemillén, donde se pueden observar osos de anteojos y gallitos de las rocas. Villa Rica está fuera de esa carretera que une Tarma con Pozuzo y que pasa por esos lugares ricos en el aire que nos falta. En la capital peruana del café celebran a lo largo del año homenajes a ese producto de origen etíope. Nada mejor que tomarlo después de un viaje que atraviesa montañas, nevados y selvas altas cargados de historias.
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